Julienne Percy
El vapor del agua caliente llenaba el baño, empañando ligeramente el espejo frente a nosotros. Estaba de pie frente a él, con un tazón de agua tibia, una toalla y un pequeño frasco con ungüento para ayudar a sanar su herida, Davian estaba sentado sobre el borde de la encimera del lavamanos, el torso desnudo, la piel marcada por vendajes, cicatrices recientes y sus ojos grises oscurecidos. Olía bastante bien, el alfa me deseaba.
—Voy a quitarte esto —murmuré, refiriéndome al vendaje en su abdomen. Él asintió, pero en lugar de quedarse quieto, sus dedos buscaron los tirantes de mi ropa de dormir. —Davian... —advertí con suavidad, tomándole la mano y apartándola de nuevo. Él frunció los labios en una mueca juguetona, con ese gesto que combinaba malicia con deseo contenido. Volvió a intentarlo. —Estás herido —repetí con más firmeza, aunque mi voz tembló apenas.
—Y también estoy desesperado por ti —murmuró con voz ronca, sus manos viajando hasta mi cintura y tirando de mí s