El viaje había comenzado antes del amanecer, en un silencio nervioso que calaba los huesos. Auren me ayudó a preparar una pequeña mochila con lo indispensable, y me cubrió con una chaqueta grande, demasiado holgada para mi cuerpo pero ideal para ocultarme. Llevaba los labios apretados, pero sus manos temblaban cuando ajustaba la capucha sobre mi cabeza. No dijo mucho más que: "Confía en mí." Y yo lo hice, aunque no entendía del todo por qué.
Auren condujo con rapidez por senderos boscosos, evitando las rutas principales de la manada Taleyah. La tensión en el aire era palpable, como si en cualquier momento un lobo fuera a salir de entre los árboles para detenernos. No podía dejar de mirar por el espejo retrovisor, temiendo ver la silueta de Davian persiguiéndonos. Pero no ocurriría. El alfa supremo se encontraba lejos, en una misión diplomática con otra manada, y esta era nuestra única oportunidad de escapar.
Mi corazón palpitaba tan fuerte que sentía que me dolía el pecho. El bebé dent