El anillo Veltri aún brillaba en la mano de Arianna cuando ella dio un paso hacia Greco, con lágrimas ardiendo en los ojos.
—Greco… perdóname. —Su voz temblaba, pero no retrocedía—. Todo lo hice por ti, por nosotros, por los gemelos. Solo quería proteger lo que tenemos…
Greco estalló.
—¡Nadie te dijo que lo hicieras! —rugió, con la voz grave, profunda, que retumbó en las paredes—. ¡Nadie, cazzo!
Arianna apretó el anillo contra el pecho, su respiración entrecortada.
—Tenía que hacerlo… si no, él nos habría arrancado todo.
Greco golpeó la mesa con el puño, el eco seco hizo vibrar los vasos.
—¡Yo soy el Leone! ¡Yo decido cómo se defiende esta familia! ¿Qué crees, Arianna? ¿Que tus juegos con la Reina Roja no tienen consecuencias? ¡Has puesto un blanco en tu frente y en la de nuestros hijos!
Ella lo miró con lágrimas desbordando.
—¿Entonces prefieres que me quede callada? ¿Prefieres verme convertida en una sombra?
Él dio un paso hacia ella, los ojos azules encendidos de furia.
—Prefiero u