Capítulo 62 – La grieta en la armadura.
POV Martina.
Entrar en esa habitación y ver a Santiago con los niños fue como asomarme a una grieta en el tiempo: un instante suspendido donde el pasado y el futuro chocaban. Gabriela —mi torbellino de rizos y risas— se había lanzado a su cuello como si nunca se hubieran separado, sus bracitos apretando con una fuerza que parecía querer fundirse con él. Y él…Dios, él la abrazó. No fue el gesto rígido de un extraño; fue instintivo, cálido, sus manos grandes envolviendo su espalda menuda como si el cuerpo recordara lo que la mente negaba. Vi el destello: una sonrisa. Breve, apenas un tirón en la comisura de los labios, pero real. Suficiente para que una llama diminuta, frágil, se encendiera en mi pecho después de años de cenizas.
Luego miró a Gabriel.
Mi hijo mayor, serio como un soldado de diez años, con esos ojos oscuros idénticos a los de su padre clavados en él. No corrió. No sonrió. Solo observó, como si buscara una grieta en la fachada del desconocido. Y Santiago… lo miró de vuel