Capítulo 19.
POV Santiago.
Ya era más de mediodía cuando abrí los ojos. La luz se filtraba entre las cortinas y la habitación todavía olía a su perfume mezclado con el mío. Me giré y la vi, dormida a mi lado. Su cabello revuelto caía sobre la almohada, sus labios entreabiertos, y en su piel aún se dibujaban las huellas de la noche anterior.
Sonreí.
No podía creer que esa mujer fuera mía. Martina no solo era mi esposa: era mi calma, mi fuego y mi condena al mismo tiempo. Después de lo que habíamos vivido, no había duda: la deseaba, la admiraba… la amaba.
Me quedé observándola en silencio hasta que noté su respiración cambiar. Abrió los ojos lentamente, con esa mirada somnolienta que me desarma cada vez.
—¿Ya es hora de irnos? —murmuró con voz ronca.
—Sí, amor. Pero no importa. Quédate aquí, conmigo otro rato —susurré, acariciándole la mejilla.
Ella sonrió medio dormida, se estiró, y su brazo terminó sobre mi pecho. Cuando su boca rozó mi cuello, el resto del mundo dejó de existir. Bastó un beso más