C92: Nunca podrás salir sola.
Azucena se había acostado aquella noche con una sensación que jamás había experimentado en años. Al cerrar los ojos, sintió un peso desaparecer de su pecho, como si por primera vez se le hubiese permitido respirar con libertad.
Durante mucho tiempo había temido ser mirada con desprecio, temía que el Rey Alfa viera en ella lo mismo que Milord había visto siempre: una criatura insignificante, un error viviente, un ser al que debía recordársele a cada instante que no valía nada. Sin embargo, la reacción de Askeladd había sido lo opuesto.
No solo no la despreció, sino que la reconoció con palabras que jamás pensó escuchar de labios de un lobo como él. Sabía que Askeladd no era de halagar, ni a soldados, ni a mujeres, ni a nadie. Su voz carecía de ese tipo de concesiones, y por eso mismo el hecho de que se hubiese detenido a reconocerla la llenaba de una fuerza nueva. Por primera vez en mucho tiempo, alguien destacaba en ella lo bueno, lo valioso, lo que Milord se había empeñado en borrar