C63: Soy menos que cualquiera.

Beatriz avanzó unos pasos dentro de la alcoba de Azucena, dejando la puerta a medio cerrar, y luego unió las manos con cierta torpeza.

—Discúlpame por haber entrado sin llamar... lo que pasa es que yo...

No alcanzó a concluir la frase. Cuando Azucena reconoció su presencia, se lanzó hacia ella sin dudarlo. Corrió de manera impulsiva y, sin contener el ímpetu, la rodeó con ambos brazos, apretándola contra su cuerpo.

Beatriz quedó sorprendida ante aquella muestra de afecto tan repentina, incapaz de reaccionar por un momento.

—¡Me alegro! —exclamó Azucena—. Me alegro tanto de que usted esté bien... de que esté aquí, viva, sana... Es una bendición verla de nuevo.

Con un movimiento rápido, Azucena se separó un poco, aunque sin apartar la mirada. Sus ojos se deslizaron por el rostro de Beatriz, bajaron hasta sus manos y recorrieron cada detalle de su figura, buscando cualquier señal de dolor.

—Dígame que no le hicieron daño... —resaltó con ansiedad—. No la lastimaron, ¿verdad?

—N-no, no m
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