Askeladd frunció el ceño y una mueca de claro desagrado se dibujó en su rostro.

—Sí, he escuchado esos rumores —respondió él—. He intentado indagar sobre el Clan Luna Escarlata. Se conoce el origen de la loba roja y de su manada, pero más allá de eso, no hay nada concreto. Nadie sabe en qué se basan, qué buscan, cuáles son sus objetivos. Sus costumbres, sus creencias, su cultura… todo es un misterio. Lo único que circula son habladurías. Y esa historia de que la luna roja es un símbolo de caos, sigue siendo solo eso: un rumor.

—Entiendo su punto, Gran Alfa. Pero, ¿no sería mejor no correr ningún riesgo?

—Yo no me dejo guiar por rumores, Elenya. Necesito verlo con mis propios ojos, vivirlo en carne propia. Si algo llegara a suceder, yo asumiré toda la responsabilidad, como Rey Alfa que soy de este reino.

Entonces, Askeladd miró a Azucena, mientras seguía hablando a Elenya.

—Necesito que le quites ese collar. Yo ya lo he intentado con fuerza bruta, pero en lugar de romperse, el collar