C118: La atracción no es suficiente.
Askeladd permaneció pensativo unos segundos, como si en su mente se removieran antiguos recuerdos que no había traído a la superficie en mucho tiempo. Su mirada se ensombreció apenas, no con pesar, sino con la concentración de alguien que busca hilar con precisión cada palabra.
—Ah… ya entiendo, hablas de aquello. A decir verdad… ya me había olvidado de esa propuesta tuya.
Azucena, al escucharlo, abrió mucho los ojos y sintió un vuelco en el pecho.
—¿Cómo? —dijo casi en un susurro que se le quebraba en la garganta—. ¿Cómo que se olvidó, mi señor?
—Bueno, no es que lo haya olvidado del todo —corrigió—. Es solo una forma de decirlo. Lo cierto es que no lo he tenido en cuenta. Y debes comprender algo, Azucena: lo que estoy haciendo ahora no es por esa razón.
Ella lo miró con desconcierto. Durante un instante, la inseguridad volvió a hundirle las garras, como si temiera que todas sus ilusiones se desmoronaran de golpe.
—Entonces... ¿Qué significa todo esto, mi señor?
Askeladd tomó sus man