C117: La propuesta que le hice.

Askeladd permaneció de pie frente a ella, como si buscara la manera más clara de transmitirle aquello que había decidido.

—Sé que te he dicho que siempre estarías acompañándome, Azucena, y lo sostengo —comenzó diciendO—. Pero por esta vez tuve que dejarte en mi alcoba porque tenía asuntos importantes y confidenciales que atender en el estudio. Había cosas que no podías escuchar, decisiones que solo me correspondía tomar.

Azucena lo miró con atención, y antes de que el silencio se extendiera demasiado, respondió con dulzura, dejando ver en sus palabras la comprensión sincera que la caracterizaba.

—Por supuesto, mi señor. Yo lo entiendo perfectamente. Usted tiene mucho trabajo que atender, no puede estar pendiente de alguien como yo. Además, usted ya se encargó de que nada malo me ocurriera. Asignó un guardia que estuvo delante de la puerta de su alcoba todo el tiempo. Y Beatriz vino a verme; juntas fuimos al comedor, y el guardia nos acompañó de cerca hasta que volví aquí. Así que no
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