C119: Tu corazón no le pertenece.

Azucena permaneció estática, con el corazón latiéndole con fuerza en el pecho. Jamás habría imaginado que alguien como Askeladd, siempre tan distante, serio y frío en sus acciones, se mostraría con tal franqueza.

Aquella confesión lo despojaba de esa coraza de dureza con la que ella siempre lo había percibido. Por primera vez, lo veía no como el guerrero implacable ni como el hombre impenetrable, sino como alguien que, al menos por unos instantes, se dejaba arrastrar por la fuerza de sus emociones.

—¿Está hablando en serio, mi señor? ¿Usted confía en mí? ¿De verdad se siente atraído hacia mí?

Askeladd, sin apartar la intensidad de su mirada, arqueó las cejas, como si aquella duda lo desconcertara.

—¿Acaso lo dudas? ¿No te lo he demostrado de muchas maneras?

Azucena bajó un instante la mirada y sus dedos se entrelazaron nerviosos.

—Es que… después de todo lo que le he contado, después de lo que pasé con el rey alfa de Asis, yo creí que usted me tendría asco. Eso era lo que más temía…
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