C110: Cuando se trata de usted.
Azucena se sobresaltó al escuchar aquella afirmación tan directa. La incredulidad se reflejó en sus ojos antes de que, con rapidez, bajara la cabeza con sumisión.
Su voz tembló al hablar, llena de disculpas, como si temiera haber cometido una falta imperdonable.
—Lo siento… lo siento mucho, mi señor. No comprendo cómo ha podido suceder esto. Es un error de mi parte, yo debería regresar a mi alcoba inmediatamente, no tengo derecho a estar aquí —murmuró atropelladamente, mientras hacía el ademán de incorporarse del lecho, como si la sola idea de compartir ese espacio con él fuese una transgresión intolerable.
Sin embargo, antes de que lograra ponerse de pie, Askeladd extendió una mano y la sujetó suavemente del brazo, impidiendo su retirada.
—No es necesario que te marches. A partir de ahora, permanecerás en esta alcoba y estarás siempre a mi lado —declaró, con una convicción que detuvo cualquier protesta en los labios de Azucena.
Ella alzó el rostro con sorpresa, con los ojos abiertos