C111: Soy mala en esto.
Askeladd sabía que se encontraba en una situación límite, en un punto en el que cualquier decisión podía alterar el curso de lo que eran hasta ahora. Había vivido demasiadas batallas, había enfrentado la crueldad del mundo y soportado cargas que habrían destruido a otro lobo, pero nada lo había puesto en un dilema tan intenso como la cercanía de Azucena.
Era distinto a enfrentarse con un enemigo en combate, distinto a soportar la traición de un aliado o la presión de un reino sobre sus hombros. Esto era íntimo, personal, un campo en el que no bastaba la fuerza de su brazo ni la frialdad de su mente estratégica. Aquí no podía refugiarse en su título ni en su poder; era él, desnudo de todo aquello, frente a ella. Y eso, paradójicamente, lo inquietaba más que cualquier guerra.
Cuando Azucena pronunció aquellas palabras: “Cuando se trata de usted, no me molesta”, algo en su interior se encendió. Era un consentimiento claro, una aceptación sin reservas. No había temor en su voz, ni sumisió