45. EL CLUB NOCTURNO
Gloria se quedó en silencio, sin dejar de observarme, y luego me ofreció una sonrisa que parecía luz en la penumbra del club.
—Entiendo. A veces uno necesita un respiro, sobre todo cuando llevamos tantas responsabilidades encima —dijo, y dudó por un momento para luego añadir—. No sé, me parece que te molesta el perfume de los chicos.
—¿Cómo te diste cuenta? —no pude negarlo.
—Porque a mí me pasa lo mismo —confesó ella, arrugando la nariz—. No sé por qué se lo pusieron hoy; desde la universidad no lo usaban.
Hablamos animadamente mientras caminábamos de regreso al salón principal. Me di cuenta de lo reconfortante que era tener a alguien como ella cerca, una mujer fuerte que no temía mostrarse vulnerable.
—Es un poco fuerte. ¿Cómo se llama? —pregunté, pensando que tal vez, si encontraba la fragancia, descubriría algo.
—Fragancia Única —contestó enseguida. No la conocía, así que ella me aclaró de inmediato—. Como su nombre lo indica, es única. La mamá de ellos se lo hizo; ell