Mi abuela negó con la cabeza mientras sus ojos se bañaban de lágrimas. Sentía el peso de algo invisible aplastándome el pecho, dificultándome respirar. Todo lo que había creído hasta ahora, todo lo que había construido como mi realidad, se desmoronaba frente a mí. Leonard se colocó a mi lado y me abrazó sin decir nada.
—Clío, no lo entiendes —empezó papá, pero su voz temblaba—. No te alejé de mí porque quería hacerlo… Fue por tu seguridad. Lo miré fijamente, sintiendo que el enojo y la tristeza se mezclaban en mi interior como un torbellino imposible de controlar. —¿Por mi seguridad? —mi tono era quebrado, apenas reconociendo mi propia voz—. ¿Sabes lo que es crecer sin saber qué pasó con mi madre? ¿Sin entender por qué nunca pude vol