Leonard frunció el ceño, apoyando las manos en la mesa y acercándose ligeramente a Gloria y a su hermano para que su voz se escuchara firme.
—Gloria, David, ¿pueden explicarnos qué pasa? —preguntó con seriedad, volviendo a tomar a Alan. —Espera un momento, Leonard. Deja que le explique a mi suegro —dijo David, señalando el teléfono—. Mi suegro, recibimos una llamada diciendo que las habían secuestrado. Por favor, no dejes que las niñas salgan de la casa; ya vamos para allá. —¿Quién les pudo hacer una broma como esa? —preguntó su suegra, asomándose en la pantalla—. Está bien, hija, aquí los esperamos. David cuelga y se gira para abrazar muy fuerte a Gloria, quien sigue llorando, hasta que le doy un vaso de agua para que se calme. —¿Cómo sab&