Guardé silencio mientras miraba las imágenes con incredulidad. El golpe que acababa de recibir era profundo y desconcertante. Esta verdad no solo exponía un complot terrorífico, lleno de engaños y traiciones, sino que me enfrentaba directamente con los oscuros rincones de mi propia familia.  

—Señor Leonard —comenzó suavemente Henry, eligiendo sus palabras con cuidado—, tal vez sea hora de dejar de buscar una razón lógica para justificar lo que hizo Lyssa. Ella tomó sus propias decisiones. Ser buena abogada no la hace buena persona.  

Asentí levemente, aunque mis ojos seguían fijos en el monitor, como si esperara que las imágenes cambiaran, que el video mostrara algo que pudiera borrar la dolorosa certeza de lo que acabábamos de descubrir.  

—Hay personas, señor, que nacen torcidas y jamás se enderezan, y ella es una de