Regresamos en silencio, cada cual metido en sus pensamientos. Mi mayor preocupación era la conversación con mi abuela. Fuimos directo a ver a David, porque el portero nos había informado que la empresa era un caos de periodistas. Él, al vernos, vino a nuestro encuentro todo ojeroso.
—¿Cómo puedes hacerme esto, hermano? ¿Cómo desapareciste sin dejar rastro de dónde estabas? ¿Sabes lo que he pasado? ¿Lo asustado que estaba? —Lo llena de preguntas. David abrazó a Leonard, que lo estrecha fuertemente contra su pecho. Es la primera vez que veo a David tan vulnerable. Siempre se comporta tan correcto y sensato en la empresa, que no imaginé que se derrumbara así de esa manera. —Cálmate, hermano. Había algo que debía resolver antes de seguir adelante. Pero ya estoy aquí, David. ¿Por qué tienes esa