87. CLÍO:ENFERMOS
Me despierto y me doy cuenta de que sigo abrazada a Leonard. No me muevo para no despertarlo, pero mi cabeza me está matando y creo que he pescado un enorme resfriado. De pronto, él estornuda, haciendo que ambos nos sentemos en la cama. Lo miro: está todo colorado y tiene los ojos rojos.
—¿Qué tienes, Leo? ¿Te pasé mi resfriado? —pregunto sintiéndome culpable.
—Creo que ambos nos resfriamos anoche por estar en la terraza desabrigados —contesta él, limpiándose la nariz—. ¿Cómo te sientes?
—Terrible. Me duele la cabeza y creo que aún tengo fiebre —respondo, sintiendo que mi cabeza va a explotar—. Lo peor es que tengo aquella presentación importantísima que no podemos dejar de hacer.
—¡Cierto! —dice y se queda pensativo—. ¿No crees que Lúa pueda encargarse?
Leonard no