Las lágrimas comenzaban a formarse en mis ojos mientras Leonard se apoyaba contra la pared, como si necesitara sostenerse, con una expresión de puro terror.
—Al inicio no entendí por qué me estaba pidiendo perdón. Entonces tomó mis brazos de su cuello y me los levantó por encima de mi cabeza, sujetándomelos allí —lo miré, entendiendo por qué me había asustado esta mañana cuando hizo lo mismo—. Comenzó a besarme salvajemente. Recuerdo que su perfume era muy fuerte y embriagador, como ese que usaste el día de la salida. En ese momento, Leonard estuvo a punto de desmayarse; se deslizó por la pared hasta quedar sentado en el suelo, con el rostro entre las manos. Juro que sentí que comenzaba a sollozar mientras negaba con la cabeza. —Yo trataba de luchar, pero no tenía fuerzas; era como si me hubieran dre