Terminé de despertarme aún aterrada, corrí hacia Leo y me refugié en sus brazos, llorando desconsoladamente. No sé qué me pasa hoy. ¿Por qué revivo una y otra vez mi mayor pesadilla? Leo no me pregunta nada, solo me abraza con fuerza, haciéndome sentir segura. Sin salir de sus brazos, y todavía agitada, comienzo a hablar.
—Sé que estás muy curioso por saber qué me atormenta, Leo. Te lo diré, pero prométeme que nunca se lo vas a contar a nadie. Es algo que no quiero que nadie más sepa, solo Lúa lo sabe —le pido realmente preocupada. —No lo contaré a nadie, pero si sientes que aún no estás lista para hablar, no lo hagas —dice, y se lo agradezco, aunque le respondo: —Quiero contarte, Leo, quiero hacerlo. —Está bien, pero cálmate primero. Estamos solo t