Capítulo 48.
POV Armando.
La noche olía a despedida. El aire fresco del aeropuerto privado se mezclaba con el rugido constante de las turbinas encendidas, como si fueran tambores anunciando una guerra. Valeria sostenía mi mano con una fuerza que me arrancaba la piel; era un gesto desesperado, como si con esa presión pudiera atarme a su lado.
—No me gusta esto, Armando —susurró con los ojos vidriosos—. Siento que algo malo puede pasar.
Sus palabras me calaron más que el viento helado que corría en la pista. Le acaricié el rostro, delineando con la yema de los dedos cada facción, como si quisiera guardarla grabada en mi memoria para siempre.
—Todo va a estar bien, amor. —Intenté sonar firme, aunque por dentro me desgarraba—. Iré, confirmaré la información y volveré antes de la boda de Cintia. Te lo prometo.
Ella negó suavemente con la cabeza.
—No quiero promesas, quiero certezas.
Me abrazó tan fuerte que sentí cómo temblaba. Yo también lo hacía, pero no podía mostrarlo. Un general no tiembla, me rep