FELIZ LUNES, FELIZ INICIO DE SEMANA QUERIDAS LECTORAS.
La señora Minerva le sonríe a Sofía, la cual está ansiosa por saber dónde conoció a su madre. —Fue una buena empleada, trabajó para mí, en una de mis propiedades. Era dedicada a su trabajo y nadie hacía mejor el trabajo del oficio que ella. Era muy pulida y le gustaba que todo quedara perfecto, incluso el piso reluciente —mientras le comenta, Minerva recuerda cómo la madre de Sofía limpiaba la casa—. Era amable y hablaba de ti con mucho amor y cariño. Ella me había mostrado una foto cuando eras pequeña y cuando te vi por primera vez pensé... la he visto antes. Luego sentí en mi corazón que debías ser tú y por eso te llamé. Al saber que te llamabas Sofía Mangano, recordé aún con mayor razón las palabras de tu madre. Sé que tú y yo iniciamos con el pie izquierdo, Sofía, pero no soy tu enemiga, soy tu mano amiga. Hubiera deseado hacer más por tu madre —pasa saliva y mira a Sofía llorar—. Tuve que viajar porque mi vida ha sido complicada, agitada; era poco el tiempo que tenía para hablar c
La chef fija su mirada en ella y la hace sentirse extraña. Su romance con Leonardo es casual, solo cuando él la llama para que cocine algo especial, y solo en esas ocasiones puede disfrutar de él, porque no la llama en otros momentos, no como ella quisiera, porque le encanta ese hombre, pero él solo la usa para tener sexo. —Chiaria—. La señora Minerva se contenta al verla con Sofía muy juntitas. —Abuela, mira las trenzas que me hizo Sofía—. Sofía la baja para que la niña vaya a donde su abuela y vuelve a mirar a la chef, que ordena a las de servicio organizar la mesa, y hasta Cedric se da cuenta. —Estás hermosa, mi niña. Sofía es buena contigo, ¿no? —Sí, abuelita—. La niña mira a Sofía con gratitud, y ella le regala una sonrisa. —Señora Minerva—. La chef le hace una mini reverencia—. Puede pasar a la mesa. Hoy el banquete es comida de mar. Espero que sea de su agrado—. Pero Minerva no le responde; está molesta con ella porque no sabía que se acostaba con su hijo. Todos pasan a la
—¡Cálmate, Lucifero! —le pide—. Solo estoy haciendo mi trabajo, son órdenes de mi jefe.—¿Qué clase de trabajo? —lo presiona más contra la pared.—La gordita debe dinero, una deuda que dejó su madre al morir. Yo le tengo que cobrar. Ya sabes cómo es este trabajo.—¿Deuda? Escucha muy bien, infeliz. Si no quieres que la ira del rey de la venganza caiga sobre ti y tu jefe, dejen en paz a Sofía Mangano.—¿¡Qué!? —se sorprende.—Es una maldita orden —lo agarra del cuello para intimidarlo más—. Sofía Mangano es la mujer del rey de la venganza, y si tu jefe miserable sigue molestando, te juro que de ustedes no quedará nada.—¡No lo sabíamos, Lucifero! —dice con preocupación—. Por favor, dígale al rey que esto no volverá a pasar.—Más te vale, porque donde te vea cerca de ella o rondando por aquí, te haré lo siguiente: cortaré cada dedo de tus manos, tu lengua, tus orejas... Te haré la peor tortura de tu vida miserable, y mi jefe acabará con la basura de imperio que tiene tu jefe. ¿Entendido
—Jefecito, le estoy hablando —Lucifero esboza una sonrisa maliciosa al ver a Leonardo pensativo—. —Por esa razón has perdido tu derecho al descanso de esta semana. Ni hay mujeres, ni hay jet, ni hay nada. —Amigo, no seas cruel. Me he portado bien, solo fue una mentira piadosa. —¡Me vale un carajo! Espero que Mangano no se entere de nada; luego se hace ilusiones —se tensa—. Le queda solo un día a Rizzo. Si no aparece con el dinero, mátalo. —No lo veo conveniente. Sofía al parecer lo quiere; es la niñera de tus hijos. Podrías darle más tiempo. —¡Sofía! ¡Sofía! —espetó con enojo—. ¡Me tienen harto con esa curvy! —Frunce el entrecejo—. No hallo el momento de que se largue, de que renuncie y no vuelva a verla. —No hemos conseguido pruebas que la culpen. Ella llegó a ti por casualidad. Se ve que ni mata una mosca. —¿Acaso no te has dado cuenta de cómo me desafía? Se cree dueña y señora. Eso no lo permito. —Te diré algo como amigo, y si quieres castigarme con un mes sin descanso, hazl
Sofía está sin palabras, claramente lo había pensado, pero deseaba pensar que no fuera lo que dicen de él. —¿Ahora que lo sabes te acobardas?— pregunta Leonardo, y ella pasa saliva, realmente sí está asustada, es una confesión bomba. —Seguramente lo dices para atormentarme. —Qué equivocada estás, Mangano. Por lo menos voy a la fija, y eso es lo que soy, y te aseguro que si alguien toca a mis hijos, les hace daño, los hago picadillo y los lanzo al mar, donde hay tiburones. —Eres cruel…— Sofía está aterrada. —Esto soy, asesino, uno que no tiene piedad, que no le importa ver a alguien sufrir o suplicar por su vida. —¿Cómo puedes tener tanta maldad en tu corazón? —Porque nací para esto, para esta vida estoy hecho.— asegura —Nadie me hará cambiar de opinión, ni siquiera mis hijos. Un pasado oscuro me persigue todos los días, un abandono me marcó y la traición la cobro con muerte. —Yo…— ella tiembla, jamás ha oído tanta crueldad en una persona. —¿Qué? ¿Vas a llorar? O más bie
—¡No pienso ir a ningún lado! —Sofía se niega a abrir la puerta—. Eso te pasa por convocar al diablo —espetó.—Deja el miedo, amiga. Él no te quiere matar, sino comer. Ve y abre, o si no, no podremos comer en paz. Algo importante tendrá que decirte como para haber venido hasta aquí.—Eres una cruel amiga —Sofía se coloca de pie.—Y así me amas —se burla sin dejarla de mirar, y Sofia rueda los ojos para luego dirigirse a la puerta—. Acomódate el short y las bubis, amiga.—¡Maggie, ya basta, por Dios! —niega con la cabeza y retoma aire.—Que se muera, se vuelva loco por ti al verte —ríe a carcajadas, y Sofía retoma aire. Al abrir la puerta, abre sus ojos de par en par.—Tú... —pasa saliva y observa lo mal que está, incluso las flores amarillas que trae.—Sofía, mi amor —susurra con tristeza. —he traido estas flores para ti —¿Quién es Sofía? —pregunta Maggie con curiosidad.—Amm... Espérame, saldré un momento —sale y cierra la puerta. Sabe que si Maggie lo ve, se arma la segunda guerra
Un beso que dejó a Sofía estupefacta, pero que removió todo su ser. Era como si el tiempo se hubiera detenido en ese instante y todos los recuerdos fueran como una bofetada. Recordar las veces que lloraba en abundancia cuando su madre falleció, allí estuvo él, consolando su corazón, pero no como ella lo necesitaba realmente. Los desplantes, la soledad, la poca prioridad y las veces que le hacía el amor, no la hacían sentir plena ni satisfecha. Pero lastimosamente, en los peores momentos, allí estuvo él. Ni siquiera fue capaz de apartarlo, ni siquiera le correspondió el beso. Sus labios se sentían fríos y su corazón palpitaba con fuerza, no por la emoción, sino eran latidos de gritos de dolor porque él la estaba lastimando aún más. Deja de besarla y la mira a los ojos, esperando una respuesta favorable, pero Sofía lo que hace es tomar distancia y mirarlo con dolor. Sin más, con el corazón afligido, abre la puerta.—Mi amor... —lo escucha decir, y ella niega con la cabeza, para luego in
—Un permiso —Sofía se da la vuelta para irse, y tanto Lucifer como Minerva no fueron capaces de hablar. Quedaron helados—. ¡Joder, qué día tan loco! —suelta un largo suspiro—. Espero que no sea lo que estoy pensando —susurra, y por estar distraída, su cabeza se estampa contra un fornido y desnudo pecho—. ¡Auch...! —cierra los ojos por segundos.—Sigues siendo una torpe —le dice Leonardo, y ella lo mira rápidamente—. Volviste a chocar conmigo en la misma posición —Sofía se coloca a pensar y lo recuerda, ese día que salió afanada huyendo de Antonio.—Señor Di Napoli —habla con firmeza—. Lo estaba buscando —no pudo evitar mirarlo. El hombre es sumamente deseable.—¿Tú buscándome? —sonríe malicioso—. No tengo tiempo —continúa caminando.—¿Qué? —ella lo mira con desdén, pero luego reacciona y lo sigue—. Espere, por favor. Esto es importante.—No me digas. Es sobre tu novio Rizzo. Seguramente ya te dijo que hoy es su día. Deberías ir a pasar un día agradable con él, porque luego no lo volve