—No quiero que me lastimes, Alexander...
—No quiero hacerlo, pero... no soy la parte romántica de mi parte, porque soy todo lo contrario y lo sabes.
—De mí tampoco lo esperes... —le mira los labios— pero debemos ceder un poco, ¿no crees?
—Posiblemente... ¿Seguiremos hablando o matamos estas ganas que sentimos? —ella traga grueso con esa pregunta.
—¿Pero te gustan las mujeres empoderadas?
—Eres bien resentida, pero me gustan así como tú —la toma del rostro.
—¿Y cómo soy?
—Eres traviesa, peleona, amargada, extrovertida, sexy, ¿quieres que continúe? —pasa la punta de su lengua por los labios de Maggie, dejándola con los labios entreabiertos.
—No hables más y hazme tuya, niñito presumido insoportable —le lanza una sexy mirada que encendió el deseo más en él.
Alexander no esperó más. Su boca se encontró con la de Maggie en un beso hambriento, lleno de la urgencia que ambos habían estado conteniendo. Ella se aferró a su cuello, sus dedos enredándose en su cabello mientras él profundizaba el