Sofía se sonroja hasta sus orejas. —Señor Cedric, por favor, no diga algo tan absurdo. Claramente, el señor es muy guapo, pero primero, él jamás se fijaría en mí, pues me odia, y segundo, yo he amado a un solo hombre en mi vida, solo que el día de mi cumpleaños me dio un gran regalo.
—¿Puedo saber cuál?
—Verlo teniendo sexo con una hermosa chica —lo comenta con desánimo.
—Puedo decir con certeza que eso no era un amor verdadero.
—Señor Cedric, ¿cómo puedes decir algo así? Claro que amo a Antonio y me duele. Según él, también me ama y fue solo un desliz, uno que me marcó para toda la vida.
—Todos los seres humanos nos equivocamos, pues en este mundo no hay nadie perfecto. He conocido parejas que han sido infieles por debilidad y se perdonan, cambian, se aman más. Y no es que esté justificando la infidelidad, depende el momento en que se presenta y el porqué sucedió. Todos merecemos una segunda oportunidad.
—¿Me estás diciendo que perdone a Antonio y que regrese con él?
—Yo jamás te dir