Atravesando el imponente vestíbulo del restaurante reservado en el Jumeirah Burj Al Arab, Celina caminaba junto a Thor con la elegancia de quien sabe que todas las miradas están puestas en ella. Y así era. Cada paso, cada movimiento suave, cada sutil balanceo de su cabello castaño perfectamente peinado dejaba un rastro de silencio admirado y cuellos que se giraban discretamente.
Thor Miller, delante, percibía las miradas masculinas que se volvían hacia ella. La percepción era incómoda, como una irritación constante bajo la piel. Eso le molestaba, aunque él mismo no entendía por qué. Su expresión se mantenía fría, sus ojos como el hielo, y su mandíbula contraída delataba la tensión.
Al entrar en el espacio reservado, una mesa con cuatro accionistas extranjeros y una mujer los esperaba. Hombres poderosos, acostumbrados a entornos de lujo y negociaciones multimillonarias. Se levantaron para saludar a Thor, quien les devolvió el saludo con un gesto seco y firme. A continuación, presentó a