Era el tercer día desde que Thor había viajado por trabajo y Celina ya sentía con fuerza la ausencia de su presencia. La mansión parecía demasiado grande sin él cerca, y los silencios se volvían ecos. Zoe seguía con Arthur. Aquella mañana, los rayos fríos del sol atravesaban los ventanales, calentando suavemente el ambiente mientras ella aún se acomodaba en la cama. Con un suspiro, tomó el móvil y abrió los mensajes, ansiosa por encontrar alguna novedad de Thor. Había un breve mensaje suyo, enviado pocas horas antes:
> “Buenos días, amor. Te extraño. Hoy será un día lleno, pero te llamaré en cuanto pueda. Te amo. Cuida bien de nuestros bebés.”
Celina sonrió, sintiendo un calor reconfortante en el pecho. Poco después, sus ojos se detuvieron en un correo inesperado. Emma Callahan. La rectora de la universidad le había enviado una invitación cordial para tomar un café por la tarde fuera del entorno académico. Emma proponía un encuentro relajado para intercambiar ideas sobre literatura y