Zoe estaba en su despacho, concentrada en la digitalización de unos documentos. El escáner trabajaba en silencio mientras ella hojeaba otro sobre repleto de contratos. Un papel más grueso llamó su atención. Era un contrato reciente de compra de una propiedad en Estados Unidos, firmado por Thor. Sus ojos recorrieron rápidamente los datos: ubicación privilegiada, cifras millonarias y, como anexo, el plano de la futura mansión.
—Vaya… ¿qué casa es esta? —murmuró para sí misma, impresionada por la magnitud de la construcción—. Me imagino los millones que el todopoderoso jefe va a ganar cuando venda esta mansión. Quien viva ahí no va a querer salir nunca.
El teléfono de la empresa sonó, interrumpiendo su admiración. Zoe contestó al segundo timbrazo.
—Secretaría de Thor Miller, buenos días.
La voz firme y gélida al otro lado de la línea hizo que su expresión cambiara de inmediato.
—Zoe, ven ahora mismo a mi despacho. Trae la agenda del día.
Antes de que pudiera responder, la llamada se cort