El celular de Thor vibró insistentemente sobre la mesita de noche, rompiendo el silencio de la mañana. Abrió los ojos con pereza, aún adormilado, y contestó sin mirar la pantalla. Al otro lado de la línea, la voz apresurada de Leticia sonó nítida.
—Thor, Isabela despertó… y está pidiendo por ti.
Se frotó el rostro, respiró hondo y respondió:
—Voy para el hospital. —Y colgó.
A su lado, Celina dormía profundamente, entregada a un sueño tranquilo. Thor se levantó despacio, cuidando de no despertarla. Caminó hasta el baño, se cepilló los dientes, se afeitó y se metió en la ducha. Al salir, con la toalla alrededor de la cintura y el cabello todavía húmedo, sus ojos se detuvieron en el cuerpo de Celina. Estaba recostada de lado, las curvas bien definidas bajo la sábana ligera. Hermosa. Deseable. Irresistible.
Sonriendo, tomó el celular y, sin hacer ruido, le tomó una foto. Luego fue al vestidor, se vistió con elegancia y regresó al cuarto. Se inclinó sobre ella y comenzó a dejarle besos sua