Maya Sinclair, es una chica con un duro pasado, desde que su madre la abandonó dejándola al cuidado de su padre, quien sacrificó todo para darle un poco de felicidad, sin embargo, cuando estaba a punto de lograr su meta de graduarse para entrar a la universidad, una enfermedad lo arrancó de su lado. Justo el día del entierro de su padre, conoce a su mejor amigo, un hombre mayor, quien se culpa por las penurias pasadas en su familia y para compensarla le pide matrimonio, al principio ella se niega, sin embargo, ante su insistencia termina aceptando después de todo, no tiene pensado enamorarse. No obstante, el destino le da una sorpresa y el día de su despedida de soltera conoce al hombre quien sacude los cimientos de su corazón y sin un ápice de remordimiento termina entregándose a él, sin explicaciones, ni futuro, pensaba que nunca lo volvería a ver, sin embargo, la vida está llena de caminos misteriosos.
Leer másArion Aetós, se bajó del auto con una expresión pétrea, caminó con paso firme hacia el panteón donde sería la última morada de su padre, mientras lo hacía más de diez guardaespaldas lo rodearon, para brindarle protección, no era para menos, el griego era considerado uno de los hombres más influyentes y poderosos de Europa, además, que durante los últimos años fue objeto de varios atentados, por lo cual redobló su seguridad, no le daría ningún espacio a sus enemigos para atacarlo y destruirlo, por lo menos fácil no se los iba a poner.
Con paso firme caminó al sepulcro de su padre, por más intentos de controlar sus emociones estas bullían como una olla de presión en su interior, lamentaba profundamente haberse apartado de su lado por completo, exactamente fueron quince años de ausencia, quizás pudo haber intentado un acercamiento, sin embargo, la brecha entre ellos se profundizó cuando se casó con Maya Sinclair, una mujer con rostro de inocencia y cuerpo de perdición, una trepadora, que por el dinero no le importó casarse con un viejo que le triplicaba la edad, tan solo para poner sus garras en el patrimonio de su padre, o era lo que ella creía porque él no estaba dispuesto a permitírselo.
«¡Maldita trepadora!» Exclamó conteniendo su enojo.
Los recuerdos de ese día, llegaron a su mente, sin poder evitarlo.
Cuatro años antes
Se encontraba en Londres, en ese momento, en la principal sucursal de su empresa Aetós Capital, una de las más grandes productoras de diamantes, cobre, entre otros y la principal productora mundial de platino, alcanzando más del 40% de la producción mundial, con operaciones en África, Asia, Australia, Europa, Norteamérica y Sudamérica.
Su padre lo llamó después de tener más de cinco años de no comunicarse.
“—Arion, soy tu padre, te he llamado para darte una noticia y hacerte una invitación, por favor, necesito que vengas, voy a casarme en un par de días —por un momento quedó estático, sin creer la noticia que le estaba dando.
—¿Casarte? ¿Piensas casarte? —preguntó con incredulidad, creyó que su padre nunca volvería a comprometerse con nadie, porque después de la muerte de su madre, aunque tuvo múltiples relaciones, saltaba de una a otra sin comprometerse más de lo necesario, respiró profundo para contener su carácter— ¿Puedo saber quién es la afortunada? —preguntó sin ocultar su curiosidad.
—No la conoces, pero espero que por fin podamos limar asperezas y vengas a conocer a mi futura esposa, además, hay algo importante que debo confesarte —el tono de la voz de su padre no era alegre, más bien parecía como si cargara una gran tristeza consigo.
Habían acabado con su relación en mal término unos años atrás, una de las razones por las que lo presionó para casarse con la hija de uno de los hombres más ricos de Grecia, quería usarlo como moneda de negociación y él se negó.
De eso hacía más de diez años, y cuando no quiso hacerlo terminó desheredándolo, aunque eso realmente no le importaba, le hizo un gran favor, ahora tenía más dinero del que pudieran gastar él y sus próximas generaciones, si es que algún día decidía tener hijos.
En ese entonces, aceptó la invitación de su padre y viajó a Atenas, llegó un día antes, mas no quiso quedarse en la casa familiar, por eso se hospedó en el hotel más lujoso de la ciudad “El gran Luxury de Atenas”. No quería ir a visitar a su padre, pues deseaba tener el mínimo contacto con él, pues estaba seguro de que terminarían su encuentro como siempre, en una discusión que los alejaría por quince años más.
Como llegó a horas nocturnas se fue directo a un antro ubicado en el mismo hotel, se sentó en la barra y pidió una botella de whisky, la cual esperaba tomarse solo o quizás con alguna compañía femenina, estas nunca le faltaban, pues la idea del matrimonio de su padre, no le gustaba, tenía demasiado resentimiento en su contra, pensaba que no merecía ser feliz, no después de haberle hecho la vida miserable a todos.
Se sirvió una copa y la tomó de un solo trago, cuando iba a tomarse la siguiente, un bullicio llamó su atención, era tanto el escándalo que debió girarse y allí vio a un grupo de mujeres sentadas en un apartado, mientras un hombre semi desnudo les bailaba de cerca, lo que provocaba mayores gritos y aumentaba el escándalo, de las chicas, hizo una mueca de desagrado.
—¡Idiotas! —exclamó, deseando poder acallar sus gritos, en ese momento ver felices y disfrutando a otro causaba un gran malestar en su interior, era un ser extremadamente egoísta, que pensaba que si él no era feliz nadie más podía serlo.
Aunque deseaba seguir ignorándolas, una de las mujeres llamó su atención, era una chica pelinegra, con una hermosa figura, parecía una hermosa muñequita su piel se veía muy blanca, por su aspecto no parecía griega, quizás su familia tenía origen en cualquier parte de Europa, intentó ver su rostro, mas no fue posible.
El bartender se dio cuenta hacia dónde extendió su vista y comenzó a sacarle conversación.
—Es una despedida de soltera, de hecho en este instante hay tres más, mañana tendremos un día plagado de muchas bodas —dijo el hombre sin dejar de sonreír como un idiota, poniéndolo de más mal humor.
—Es una gran pérdida de tiempo, más es la parafernalia empleada en su celebración que el tiempo que durarán esos matrimonios, el amor no existe, solo la conveniencia y la oportunidad —pronunció con resentimiento, pensando en su padre y en la que se convertiría en su futura mujer.
Estaba conversando con el hombre, cuando se acercó una de las chicas presentes en la despedida de soltera, al verla parada a su lado, no pudo evitar recorrerla de pies a cabeza, era la misma chica que llamó su atención hacía breves momentos, una corriente de excitación nació en su bajo vientre y recorrió su cuerpo como si alguien le hubiese puesto un cable cargado de electricidad, movió sus piernas un poco cuando sintió crecer su miembro, el cual al parecer tenía vida propia.
Sin pensar en lo que hacía, se levantó, llamando la atención de la mujer, quien lo miró con una expresión de sorpresa, dejándolo ver sus hermosos ojos azules, tan profundos como el océano, los cuales abrió de par en par mientras dibujaba una perfecta O con sus labios.
Era hermosa, nunca había visto una mujer con facciones tan perfectas, unos labios voluptuosos, que lo invitaban a probar, no pudo detenerse y como todo un conquistador, extendió su mano y dibujó su mejor sonrisa.
—¡Wow! Su belleza es impresionante —pronunció seductoramente y sin querer dejar al descubierto su identidad inventó un nombre—. Mucho gusto, soy Eros.
Ella sonrió de manera misteriosa, mostrando una hermosa dentadura.
—Yo soy Afrodita —respondió la mujer con picardía, allí supo que ella sabía de su falsa identidad, sin embargo, eso no los detuvo.
Le ofreció sentarse a su lado y sin ninguna duda lo hizo.
—¿Qué estabas tomando? —le preguntó, pues quería que se sintiera bien, ella se quedó desconcertada.
—Lo mismo que tomas tú —respondió mirándolo como si quisiera devorarlo con la mirada.
Le sirvió un trago y brindaron.
—¿Eres de aquí? —interrogó y la chica sostuvo la copa entre sus labios sin dejar de observarlo, pero en vez de responderle, le hizo otra pregunta.
—¿No te lo parezco? —preguntó con voz seductora.
—Eres demasiado atrevida para serlo, pareces extranjera —respondió él sin poder apartar los ojos de ella, estaba como hipnotizado.
—¿En serio te crees eso de que las mujeres griegas somos muy recatadas? Al parecer has sido criado a la antigua, te sorprendería de todo lo que somos capaces de hacer —pronunció ella pasando la lengua por sus labios en un gesto involuntario.
—Si quieres puedes mostrármelo —declaró coqueto y sin darle tiempo a pensarlo, se acercó a ella y unió sus labios con los suyos, el sabor de su boca era una mezcla a licor y algo dulce que no pudo identificar, se abandonaron a los besos.
El cuerpo del hombre estaba encendido, quería llevársela a su habitación lo más pronto posible, sentía que las palabras estaban de más, el rostro sonrojado de la chica, su coqueteo, el ritmo de su respiración, el roce de la pierna con la suya, lo tenían a punto de explotar, no podía aguantar más su erección debajo del pantalón. Los pechos de la chica resaltaban voluptuosos, no pudo resistirse más y la invitó a un lugar más íntimo.
—¿Podemos buscar un sitio donde podamos hablar con mayor privacidad? —preguntó, ella dudó por un instante y al final afirmó con la cabeza.
La tomó de la mano, dejó varios billetes para pagar la cuenta y caminó con ella al ascensor; ella lo miró sorprendida, al ver que paró el elevador, apenas abrió la puerta, la tomó del mentón e hizo la pregunta que le rondó en la mente desde el mismo momento cuando la conoció.
—Decide si vienes conmigo o te quedas aquí, si tu respuesta es subir, debes tener claro que te haré el amor toda la noche, hasta hacerte olvidar hasta tu nombre —señaló el hombre con los ojos oscurecidos producto del deseo.
«A menudo se requiere más coraje para atreverse a hacer lo correcto que para temer hacer lo malo». Abraham Lincoln.
La familia caminaba por la arena suave de la playa de Florida, habían decidido hacer un viaje en familia y alquilar una pequeña, pero elegante posada para toda la familia.Eran una familia feliz, una familia grande que estaba rodeada de amor. Cautivados por la paz y el silencio, por los colores, el olor y las sensaciones, todos caminaban felices por la playa. El mar era un cuadro de colores, pero sobre todo de tranquilidad que deleitaba todos sus sentidos.Las olas rompían en las conchas brillantes del mar azul, que se fundían con el cielo. El sol brillaba a lo alto y arrancaba destellos de los charcos de agua, con rayos de luces, que reflejaban imágenes de la familia, como si fueran espejos.Las gaviotas y los buitres planeaban el cielo y los pájaros marinos revoloteaban sobre las olas del mar. El sol brillante y las olas de agua salpicando sobre la arena caliente.A lo lejos se observaban los barcos danzando como criaturas fabulosas por encima de un paisaje de absoluta belleza, la f
Dos años después Habían transcurrido dos años desde que la pequeña Lacie, había sido secuestrada, fue un año muy duro, debió someterse a terapia para que pudiera superar los difíciles momentos que significó el secuestro para ella, las primeras semanas fueron duras, casi no hablaba, no quería que nadie se le acercara y solo quería la compañía de Maya. A medida que el tiempo pasó con paciencia y amor, se fue recuperando y ya estaba en ese momento reía a carcajadas porque sus hermanos mayores le hacían de payasos, seguía siendo la consentida de la familia, el pequeño tesoro. El haber estado a punto de perderla, hizo crecer más el amor y la sobreprotección hacia ella, quizás algunos dirían que hicieron mal, porque la vida de Lacie se daba en el interior de los muros de la mansión de los Aetón, pero el miedo muchas veces te hace tomar decisiones que quizás con el tiempo se puedan llegar a lamentar. Aunque el pasado parecía haber quedado atrás, en sueños a veces revivía lo ocurrido aqu
—Se que no le fallarás a la mocosa —dijo Leonor con burla—. Te encantará el recibimiento que he preparado para ti, de una amiga a su gran amiga, te aseguro que no te arrepentirás —dijo la mujer en tono malicioso, porque había planeado ejecutarla—. Te agradezco no llamar a la policía y venir sola a la dirección que te enviaré a tu celular. Espero no me falles, aunque es tu decisión, recuerda que, si no cumples con tu palabra, ella morirá, como esa otra muchachita, como se llamaba ¡Qué casualidad! También era Lazie… — Dicho eso colgó la llamada, Maya vio a Arion parado en la puerta y se quedó viéndolo —Debo ir para salvar a Lacie. —Lo sé, pero ni loco te dejaré ir sola… iré contigo, y llamaré a Guido y a Felipe —dijo Arion.Rápidamente, llamó a Felipe y le comunicó lo que había pasado.“—Dame unos minutos, nos falta poco para llegar, ustedes no pueden ir solos” dijo colgando la llamada. Diez minutos después ellos llegaban al mismo tiempo que Maya recibía el mensaje de Leonor, con la
—¡Lacie! —gritó y como si fuera un eco a su grito, se escuchó un gran estruendo, al mismo tiempo que se detenía un camión.No podía dar crédito a lo que veían sus ojos, se estaban llevando a la pequeña Lacie y no podía hacer nada para detenerlos.—No, no, por favor, dejen a la niña, por favor, por favor, no se la lleven —suplicaba, pero las personas enmascaradas subieron al auto y finalmente perdió la consciencia y los ojos se le cerraron.*****La pequeña Lacie no dejaba de llorar, mientras era llevada por esa mujer, sintió una arcada al ser cubierta por esa manta con olor a rancio.—¡Cállate mocosa! Si no lo haces te voy a cortar la lengua —amenazaba la mujer furiosa.La niña trataba de contener el llanto, pero no podía.—Quiero a mi papi, a mi mami, y Joaquín y Aura, a Eton y todos mis hermanos —sollozó, pero Leonor no sentía ni siquiera un poco de compasión por la pequeña.—Pues lamento decirte que vas a tener que seguir llorando porque nunca jamás lo vas a volver a ver ¿Sabes por
Empezaron la búsqueda de la niña, y esos fueron los peores momentos de angustia que la familia Aetón pudo vivir, mientras Arion se incorporaba a la búsqueda, Maya se quedó en la casa pendiente de alguna llamada de alguien que pudiera decirles el paradero de su hija.Se sentó en la sala sin poder contener las lágrimas producto de la tristeza de su corazón. El resto de los niños no la dejaron sola, se sentaron en el piso alrededor de ella con sus miradas tristes.El primero en interrumpir el silencio fue Eton.—Mamá, ¿Vamos a perder otra vez a esta Lacie? —interrogó el niño con sus inocentes ojos llenos de miedo.Ella no lo sabía, pero quería creer que su hija estaría bien, la vida no podía ser tan cruel con ella, para quitársela cuando ella había decidido tenerla y amarla.—Va a aparecer tu padre la traerá sana y salva… solo nos queda esperar y pronto la tendremos en nuestros brazos.Entretanto, Arion se sumó a la búsqueda con la policía, de hecho, llamó a Guido y a Felipe, con quién h
Los meses fueron pasando, el embarazo de la pequeña Lacie, no le produjo ningún otro malestar a Maya, porque después de los primeros días no tuvo ningún otro síntoma, si no fuera por el bulto en su vientre, ni siquiera hubiera pensado estar embarazada. A diferencia de los gemelos, esta vez sí quisieron hacer el eco del bebé, por eso ya sabían que era una nena y estaba en perfectas condiciones.Los niños la esperaban felices, le quisieron decorar su habitación ellos mismos, Dionisio y Diógenes, le hicieron un mural en las paredes, se trataba de un castillo con una princesa sonriente con su cabello suelto al viento y un príncipe que llegaba a buscarla. Todos estaban emocionados, ellos decían que Lacie se merecía lo mejor, incluso en su inocencia, decían que Dios, les había mandado de nuevo a Lacie como su hermanita.Maya estaba en el jardín y se acariciaba la panza, con un poco de remordimiento, no había día en que no le pidiera perdón, y le dijera que la amaba.—Lo siento mi niña, mamá
Último capítulo