Capítulo 7. Atada a los Aétos

Maya respiró profundo y siguió caminando e ignorando las palabras de Arion, eso causó molestia en el hombre, quien la sostuvo por el brazo halándola y haciéndola golpear contra su pecho.

—¿Quién diablos te crees tú para darme la espalda? ¿Te crees mucho? Porque para mí no eres nada ni nadie —pronunció en un tono severo, a la vez que la miraba con desprecio—. Si te digo que te esperes, ¡Te esperas! Porque mi palabra no admite objeción, no me vas a dejar aquí parado como un tonto. Ahora te vas a girar y regresaremos al sepelio de mi padre.

Ella jaló su brazo, sin importarle el daño que se hacía en el proceso.

—Tomé mi decisión, y para no ser nada ni nadie para ti, te estás tomando muchas molestias ¡Me voy y no hay nadie que me detenga! Mi hijo está en primer lugar y el resto del mundo se puede joder e irse a la mismísima mierd4, ¡Pero mi hijo no!.

Con esas palabras se liberó y corrió hacia el auto, un viejo Volkswagen escarabajo de color azul rey, al verlo Arion frunció el ceño un poco
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