Mundo de ficçãoIniciar sessãoLa oficina de Leandro San Marco estaba envuelta en el brillo del mármol y el aroma del cuero nuevo.
Desde el ventanal se veía toda la ciudad, pero a él solo le interesaba un pensamiento: esa mujer.
Apretó la pluma entre los dedos con una sonrisa torcida.
—¡Saúl! —rugió.
El asistente apareció de inmediato, casi tropezando con la alfombra.
—¿Sí, señor?
—En el orfanato trabaja una doctora. Se llama Ágatha. Quiero que averigües todo sobre ella.







