20

Me arrodillé junto a Benjamín. La sangre le teñía la camisa en el costado izquierdo. Puse presión con una toalla de mano que alguien me lanzó desde el mostrador.

—Estoy muriendo —balbuceó, aturdido.

—Cállate —le dije—. Respira conmigo.

Él obedeció, como si la costumbre del pasado aún tuviera una ruta secreta hacia su pecho.

Las sirenas cortaron el aire. Llegó la policía. Llegaron los paramédicos. El agresor cayó en un torbellino de manos y esposas. Benjamín fue subido a una camilla y mi toalla se volvió testigo mudo en el suelo.

—No te preocupes —me dijo antes de que lo subieran a la ambulancia—. No podía…

—¿Qué?

—No podía tocarte —terminó y cerró los ojos.

Lo vi alejarse, mientras tanto, una empleada me paso toallitas húmedas para limpiarme las manos y una botella de agua lo que agradecí.

Después de un rato, el comisario Reyes y la subcomisaria Rivas entraron corriendo.

—¿Estás bien? —preguntó Rivas, evaluándome de arriba abajo.

Asentí. No supe si sí o si no hasta que mi cuerpo empez
Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP