Entró a la UCI detrás del equipo. El cuarto lleno de sonidos sostenida por máquinas. Isabella descansaba pálida, vendajes asomando bajo la sábana, respiración asistida que marcaba un ritmo taxativo. Román le tomó la mano con mucho cuidado, como si la piel pudiera quebrarse.
—Nena… —susurró—. Estoy aquí.
Llegó un técnico con la máquina, tras él una radióloga de voz serena y manos suaves.
—Le vamos a hacer una ecografía obstétrica —explicó—. Es rápida. Si en algún momento prefiere salir, me avisa.
Román negó. No iba a salir de esa habitación, aunque el edificio colapsara.
La radióloga aplicó gel frío sobre el vientre de Isabella y apoyó el transductor. No logro ver nada, Román se alarmo - ¿Esta todo bien? pregunto preocupado.
-Todo bien, el bebé aun es muy pequeño por lo que realizare una ecografía TV, de esta forma puedo evaluarlo.
La pantalla, al principio, fue una tormenta de grises. Después, el orden: un óvalo oscuro, una forma blanquecina, un parpadeo minúsculo dentro de la sombra.