El amanecer se alzó entre los árboles. Los rayos del sol atravesaban las ramas del bosque en haces brillantes que parecían guiar el camino de quienes se internaban en lo profundo del Bosque Espejado. Era un día de guerra, y la calma de la mañana contrastaba dolorosamente con el estruendo que todos sabían que llegaría.
Adelia y Ethan se encontraban al frente de la columna de los Guerreros Nocturnos. Esta era la primera misión oficial que lideraban como pareja sellada y guerreros elegidos. La noche anterior, Kal les había confiado el mando de esta unidad especial, formada por cambiaformas de élite, brujos de combate, hechiceros de sombras y exploradores de la estirpe de los cuervos. Su objetivo estaba claro: debían avanzar hacia el corazón del Bosque Espejado, donde los fragmentos del sello indicaban que una nueva grieta podría estar formándose.
Detrás de ellos, el resto del grupo marchaba en completo silencio. Era una procesión de sombras, cada uno con sus armas bendecidas, sus ropajes