El salón del exclusivo hotel estaba iluminado por luces doradas y centelleantes, reflejando cada movimiento de los invitados y llenando el aire con un murmullo constante de conversaciones cuidadosamente elegantes. Valeria caminaba entre ellos con el corazón apretado. Cada sonrisa, cada brindis, le recordaba que ese evento no era solo una presentación social: algo grande estaba por suceder, algo que podía cambiarlo todo entre ella y Adrian.
Adrian, impecable como siempre, la mantenía cerca, observando el movimiento de los invitados con una intensidad que solo ella podía sentir. Pero esta vez, había algo más: un secreto visible solo para él. Valeria estaba en peligro emocional, y aunque la vigilaba de cerca, sabía que debía actuar con precisión y control.
—Valeria —susurró él mientras se inclinaba hacia su oído, la voz grave y profunda—. Mantente cerca. Hoy no hay distracciones, solo yo… y el mundo exterior.
Ella asintió, pero el malestar se acumulaba en su pecho. Sabía que Adrian estab