Las órdenes que había dado a su personal eran específicas, dio una sonrisa ladeada. Kael ya se estaba imaginando el momento en que llegara al compromiso de una de sus mejores amigas del instituto. Dio un suspiro mientras saboreaba una humeante taza de café.
—Alfa… —una chica del personal de la tienda abrió la puerta de su oficina, se notaba algo alterada.
—¿Qué sucede? —Kael preguntó de manera inmediata.
—Eh… —la joven se pasó la mano por detrás de la nuca—. Eh… la señorita Grayton…
Al escuchar aquel apellido enarcó una ceja y se reclinó de nuevo en su asiento.
—¿Qué ha hecho Helena esta vez?
—La señorita Grayton se ha llevado del área de joyería cuatro piezas de las más caras…
«Todo para el hecho de que sabe de qué ya no obtendrá nada más de mí», pensó.
—Muy bien…
—Pero… —la recién llegada la interrumpió.
—¿Pero qué? —la miró fijamente.
—Destruyó toda el área de vestidos de fiesta…
«Esto apesta», expresó Rau.
«La haré pagar por esto», le dijo Kael a su lobo.
—¿Estimación de l