La bruja reía, después del rechazo del Alfa para tener una relación con ella y hacerla su luna, lo había logrado perjudicar en lo que más podía dolerle a cualquiera, no tener el amor de su pareja destinada.

— Creí que te estás sobrevalorando, Alfa Gambino, soy una bruja, la más poderosa de mi aquelarre, te he demostrado que si así lo quiero puede hacer que sufras mucho darling, si fuera tu me dulcificaría el tono.

— Lo que lograste hacer fue solamente porque bajé la guardia, no te pienses tan invencible Anastasia, tu arrogancia esta noche te aseguro que te va a traer serios problemas.

— Deja de estar de gruñón, he venido hasta aquí para remplazar a la delta, no la amas de todos modos, yo seré una mejor luna que esta loba insípida y promiscua.

— ¡¿Cómo te atreves?! ¡Soy una delta de clase alta, tu solamente eres una zorra que nunca logro tener a Damiano para si misma!

Las manos de la bruja estaban ya con las palas arriba, de ellas salía un humo negro que de pronto la envo