La bruja negaba con la cabeza, no lo quería dejar ir después de más de dos siglos de haberlo dejado maldito. Pero estaba jugando con fuego, si quería sufrir para decidirse, lo iba a conseguir.
  — Todavía no lo entiendes, ¿Cierto? Viniste justo a la cueva del lobo, te había buscado por siglos, Pero siempre lograrás escapar, ahora me ahirraste todo ese camino, vas a quitarme ese hechizo, o te haré sufrir lo que nunca en tu patética existencia.
  — No lo haré... Si yo sufro por tu rechazo, tu también debes sufrir, no vas a ser feliz nunca.
  Para es punto el Alfa ya había dejado salir una de sus afiladas garras, en verdad era aterradora, los ojos de Anastasia se abrieron hasta el tope.
  — ¿No? Después no digas que no te lo advertí.
  El Alfa comenzó a cortar el abdomen de la mujer que gritaba de dolor, la sangre comenzó a brotar de inmediato. La herida era los suficientemente profunda, pero no tan grande todavía.
  — Suéltame, no te voy a dar lo que quieres, si vas a matarme hazlo