¡¿Qué demonios eres?!

El club era discreto, se podía ver qué en algunas mesas había hombres evidentemente negociando algo, podía ser un contrato, una mercancía de drogas, o tal vez de armas.

— Senador Petrovsky, tome asiento por favor. Cómo ya dije, lo que tengo para decir es de vital importancia... Para usted.

— Parece que usted es muy eficiente abogado, creí que iba a tardarse un poco más en hablar con mi esposa y en darle mi recado. Pero parece que ya tiene una razón para mí.

— Si, sobre eso, no me comuniqué con la señorita Romanov, lo tengo prohibido, pero sí pude hablar del asunto con mi jefe.

— ¿Qué es lo que quiere decir? Pero... ¡Quedamos en que le diría a Elizabeth que quiero que vuelva para que continuemos con nuestro matrimonio, estamos recién casados y no me quiero divorciar!

El abogado tamborileaba los dedos sobre la mesa.

— Sé que fue lo que hablamos, pero en primer lugar hay cosas que no tienen lógica, Quiere seguir casado, continuar con el matrimonio y la relación, pero usted
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