¿Acaso tú... Serás mi luna?
El lobo rió, de su pecho un sonido sobrenatural salía, le mostró los colmillos al aterrado senador.
— Soy un licántropo, y mi tarea es llevarle estos documentos con tu firma a mi jefe, tengo la consigna de matarte si no aceptas que se lleve a cabo el divorcio.
— ¿Por qué le importa tanto a tu jefe una simple doctora? Además es mi esposa, no debería de meterse en donde no le llaman. Si tan valiente es hubiera venido a verme personalmente.
— Jajajaja, mi jefe no pierde el tiempo con bastardos como tú, eres tan insignificante a sus ojos, además si estuviera aquí ya te habría matado, él no tiene mi paciencia. Pero si me sigues haciendo perder el tiempo te voy a asesinar, y con todo gusto.
Nicolai no tuvo más remedio que firmar, ese abogado no era humano, más bien parecía una bestia, una que parecía querer matarlo al mínimo motivo.
Furioso y humillado tomó el cheque para salir de ese bar en el que se sentía el aire muy pesado. No tenía idea de con quién se había liado Elizab