La vida de Ángel seguía sumida en una rutina que ya no lograba entender.
Las semanas se deslizaban lentamente entre los pasillos del hospital, con las mismas caras, las mismas tareas, los mismos problemas. Pero nada de eso conseguía distraerlo de la ausencia que lo invadía.El recuerdo de Coromoto seguía presente, como una sombra que se cernía sobre su alma. Cada rincón del hospital, cada conversación con los pacientes, cada paseo por el barrio, todo le recordaba a ella.La misma mujer que había marcado su vida de una manera que no podía describir, la misma mujer que ya no estaba.Era una tarde gris cuando Ángel decidió caminar por las calles, tratando de despejar su mente.Las nubes cargadas amenazaban con dejar caer la lluvia, pero eso no parecía importarle.Los sonidos de la ciudad se mezclaban en su cabeza, distantes, como si el mundo fuera algo ajeno a él.Solo quería caminar y dejar que el viento lo arrastrara hacia algún lugar donde