"Fantasías" es un cautivador compendio de relatos homoeróticos que te sumergirá en un mundo de pasión y complicidad. Entre las páginas de este libro, descubrirás historias íntimas tejidas a la luz de las velas, donde las emociones y los encuentros se entrelazan en la penumbra de habitaciones, el auto, la calle, los lugares mas inesperados. Cada relato es una exploración sensorial, una invitación a desentrañar secretos nocturnos y a vivir las más intensas y cautivadoras fantasías. De la mano del autor, sumérgete en este viaje donde la conexión humana se despliega con elegancia y sensualidad en cada palabra, llevándote a explorar el lado más sugestivo de la fantasía romántica.
Leer más[ Este libro es una serie de relatos, no es una sola historia]
⚠️Incesto⚠️
Cuando tenías 6 años siempre solías llegar de cole y platicarme todo lo que te sucedía en el transcurso del día, era, más que una costumbre, un hábito que habíamos adoptado desde que empezaste a estudiar; en aquel entonces ibas en primero de primaria, con la inocencia intacta y la mente llena de curiosidad.
- ¿Alek? - escuché tu dulce voz llamarme cuando yo estaba haciendo mi tarea, pero desde entonces para mí nada era más importante que escucharte
- ¿Qué pasa?
- Hoy una niña en el colegio me dijo algo muy extraño - te sentaste en mi regazo y me hiciste rodearte la cintura con el brazo
- ¿Qué te dijo, Gibrán?
- Me dijo que le gusto mucho, ¿Qué significa eso?
- Quiere decir que le pareces muy guapo, que eres lindo para ella. ¿Qué le dijiste ?
- Me fui corriendo y le aventé mi lonch
Eras un peque tierno e inocente, pensé que no habías entendido el sentido de mis palabras, porque después de quedaste pensando moviendo tus pies que no tocaban el piso
- ¿Alek?
- ¿Mmm?
- ¿Es malo que me guste alguien?
- No, no es malo, es algo normal en las niñas y los niños
Además de ser tu hermano me tocaba hacer el rol de papá y mamá y explicarte cosas como esa, pues mamá trabajaba todo el día hasta bien noche y papá... Solo era papá
- Alek - me llamabas por mi nombre cada que te dirigías a mí
- ¿Mmm?
- Tu me gustas
- ¿Cómo?
- Tu me pareces guapo y lindo - te abrazaste a mí cuello y me diste un beso en la mejilla cargado de ternura y cariño - me gustas Alek
Con nueve años ni yo mismo tenía idea de lo que eso significa ahora que lo pienso, y es que a esa edad uno no discierne entre lo bueno y lo malo, así que te abrace y dejé que me llenaras de besos la mejilla como era tu costumbre cuando te ponías meloso. No te dije nada y en ese momento no comprendí el mensaje que venía en tus palabras inocentes que más tarde cobrarían sentido.
Te vi crecer con el paso de los años, tu cuerpo delicado y tú rostro bonito, siempre tan tierno en todos los sentidos, me gustaba cuidarte y mimarte de hermano a hermano, y a ti te gustaba que lo hiciese, por qué siempre que jugaba contigo, o te ayudaba en la tarea, o simplemente pasábamos tiempo juntos, tu manera de agradecerme era llenándome de abrazos y besos, me hacías sentir feliz, me provocabas una sensación llenadora en el pecho, y eso me gustaba.
- Alek... Alek - viniste a mi cama llamándome entre susurros a la mitad de la noche - Alek despierta por favor
- ¿Gibrán? ¿Qué pasa? ¿Que haces despierto a la... - el despertador marcaba la 1:11 de la madrugada- a la 1 de la mañana?
- Tuve un mal sueño - tu voz cortada de niño mimado hablo en susurros aún - y tengo miedo y hace mucho frío, además hay unos sonidos fuera de la ventana
Encendí la lámpara del buró, tu, con 14 años, vestías tu pijama amarillo, yo con 17 ya dormía solo en ropa interior. Abrí las sábanas y me recorrí en la cama que era pequeña, te hice espacio y quitándote tus pantuflas te metiste y acurrucaste a mí lado, te cubrí y apague la luz, después, te pegaste a mi pecho desnudo y sentí tus piernas entrelazarse con las mías. Estabas frío.
Aquella noche no dijimos nada más, yo cerré los ojos tratando de dormir pero el frío de tus pies me había desperezado, tú en cambio no tardaste mucho en cerrar tus ojitos color almendra y relajar tu respiración, sintiendo yo tu aliento en mi pecho, en mi cuello, en mi hombro, en mi piel.
Ese fue el comienzo de muchas noches de dormir juntos, al principio ponías cualquier excusa para venir a mi habitación, que el frío, la lluvia, que no querías dormir solo, después se hizo una costumbre y yo solía esperarte en mi cama hasta que te acurrucaras conmigo.
Una de esas noches pensé que no era apropiado dormir desnudo junto a mi hermano y me puse una playera y un short antes de que tú llegaras, y a la media noche en medio de la oscuridad, cuando te metiste a mi cama y palpaste mi cuerpo para abrazarte a mi, te quejaste con un sonido gutural
- ¿Qué es esto, Alek? - dijiste tirando de mi playera con brusquedad
- Es un pijama, pensé que sería más cómodo para ti y...
- Quítatelo - tu voz era demandante, segura y decidida, estabas molesto.
- ¿ Por qué? Tu duermes en pijama, yo también debo hacerlo
Te revolviste en la cama, tus piernas y tus manos se movían en medio de la ausencia de luz, creí aue estabas haciendo alguna clase de berrinche, pero entonces tomaste mi mano y la guiaste de tu pecho hasta tu abdomen.
Estabas desnudo.
- Bien, ahora que estoy en ropa interior tu también debes estarlo, para que estemos parejos.
Quise imitarte en hacer lo mismo dentro de la cama, pero mi cuerpo no era finito como el tuyo y mis movimientos torpes no ayudaban en nada. Bufé frustrado y tú te estiraste a encender la lámpara.
Nos quite las cobijas a ambos y salí de la cama, me quite la playera y te mire a ti mirarme desde la cama, tus ojos, aquellos ojos almendra que solían mirarme fraternalmente, habían perdido toda la inocencia, ahora tu mirada descarada me recorría el torso desnudo, y como el sinvergüenza que soy, yo hice lo mismo pasando la vista por tu pecho, por tus pezones, por tu cintura, tus piernas finas... eras todo un angel, Gibrán.
Las siguientes noches llegabas vestido a mi habitación y te desnudabas antes de acostarte, casi siempre llegabas frío pero poco tardabas en robarme el calor a mí, que te abrazaba por la cintura de espaldas, ocasionalmente te restregabas contra mi.
Y así paso un año, hasta que tuviste 15 y yo 18, un año durmiendo de la misma forma sin que nadie se enterase, porque ahora ambos teníamos conciencia de que estaba mal, y que éramos hermanos.
Ese mismo año caíste enfermo de gripa, dejaste de ir al cole casi dos semanas enteras, y yo también, pues yo era quien tenía y debía cuidarte.
- Me voy a morir
- No te vas a morir Gibrán
- Tengo... Mucho frío - estabas desnudo en mi cama con toallas empapadas en la frente y una única sábana cubriendo.
- Tienes 38°C de temperatura, no te puedo tapar
- Acuéstate conmigo
- Gibrán...
- Quiero acostarme contigo - probablemente lo decías porque querías que me metiera a la cama contigo, probablemente realmente querías acostarte conmigo, eso es algo que no sabía en ese momento.
Viendo tu estado no pude negarme, y me metí contigo a la sábana. No hablaste hasta casi una hora después.
- Alek
- ¿Mmm?
- Tu me gustas...
- ¿Cómo?
- Tu me pareces guapo y lindo - Hablabas con los ojos cerrados, luego hiciste una pausa - Me gustas Alek
Un flashback vino a mi mente, aquellas palabras, aquellas mismas palabras que me dijiste cuando tenías 6 las repetías ahora, casi 10 años más tarde.
- Debes estar delirando por la fiebre - me excusé como respuesta, no podía decirte que tú también me gustabas, eres mi hermano, simplemente no podía.
Giraste sobre tu costado, tu rostro frente al mío a escasos centímetros, tus ojos cerrados, tu respiración lenta, parecías dormido, pensé que deberías estar cansado.
Te acaricié la mejilla suavecito para no despertarte, mire tu carita, Dios, eras tan precioso, tan hermoso, tan guapo, no pude contenerme más y confiado de que dormías, te besé.
Te besé y ese fue solo el primer beso de muchos, porque cada que podías venías a mí y de puntitas me besabas. Me besabas y me mordías los labios, me abrazabas y te frotabas contra mi. Lo hacías al despertar, lo hacías antes de irte al colegio, lo hacías cuando nadie miraba en la calle, y me gustaba que lo hicieses, sin embargo, tú eras siempre el de la iniciativa porque yo no tenía el valor, por que no podía dejar de sentirme placenteramente mal.
Hubo noches en las que en vez de dormir lo único que hacías era besarme y frotarte contra mi, y yo complacido,me dejaba. Despertabas con los labios inflamados y pidiéndome más.
Una de las últimas noches mientras te besaba la boca, tomaste mi mano y me hiciste llevarla a tu pecho, la pusiste al inicio de tus clavículas y la deslizaste con lentitud tortuosa sobre tu piel, roce tu pecho, tu vientre, la curva de tu cintura, sentí el resorte de tu ropa interior en el borde de tus caderas y al mismo tiempo un escalofrío en mi columna cuando te escuché hablar
- Alek, tócame
Estabas de espaldas a mi y moviste tu cuerpo enfrente y atrás rozándome partes sensibles, tu trasero con un compás lento contra mi pelvis.
- Gibrán... No... - mi mente y mi cuerpo se separaron entonces como nunca creí que fuera posible, la primera me decía que parase, y me recordaba que eras mi hermano y que aquello estaba mal, pero mi cuerpo iba en contra y se negaba a dejar ese culposo placer.
Aquella noche conocí en ti partes que probablemente solo tú mismo conocías.
La mañana siguiente no deje de traer a mi memoria los recuerdos de la noche anterior, imágenes que nunca he podido ni podré borrar de mi mente, sonidos que me hicieron experimentar el más puro éxtasis de placer: tus suaves gemidos al masturbarte, tus manos clavándose en mi brazo por el placer, apreté mis manos que extrañaban la textura de tu piel, mire al cielo preguntando porque diablos tuviste que ser mi hermano.
Pero no hubo respuesta.
A partir de entonces me negué a seguir con ese juego, ponía excusas cada noche para no meterme a la cama contigo, a veces me quedaba dormido en el sillón, a veces salía con mis amigos para llegar tarde, detuve los besos en los labios con mordidas y todo, comencé a alejarme de ti porque me sentía un asqueroso abusador que se aprovechaba de su hermano menor.
- Gibrán, esta noche tendremos una cena importante los 4, quiero que lo sepas para que no haya problemas de que no quieres cenar - espeto mi madre la tarde final. Tu la ignoraste y en cambio me hablaste a mi.
- Alek
- ¿Mmm?
- ¿Te he dejado de gustar? - trague saliva por lo directo de tu pregunta, evidentemente nervioso
- ¿Qué dices?
- Quiero que vuelvas a tocarme - te acercaste a mi y te pusiste de puntitas,me robaste un beso sin que yo alcanzara a reaccionar. Te aparte con delicadeza.
- Me iré - fue lo único que alcance a decir
- ¿Qué?
- Me iré, Gibrán
- ¿Cómo que te irás?
- Me iré de la ciudad,es por eso que mamá quiere que cenemos todos juntos hoy, porque mañana parto
- ¿Qué? ¿De qué demonios hablas? ¿ Por qué nadie más había dicho nada?
Lo vi relamerse los labios justo cuando me liberaba el miembro del boxer, aunque un quedaba un rastro de sangre. Tenía unas ganas cabronas de agarrarle la cabeza y hacer que me chupara de una vez por todas.Cerré los ojos y dejé que me sorprendiera.Primero sus dedos largos me acariciaron en el abdomen bajo, como complacido de que no hubiera rastro de vello,después me tomó en sus manos y comenzó a masturbarme lento, tortuso pero delicioso.Finalmente y después de mucho preámbulo sentí su boca rodearme y comenzó a chupar con insistencia, note cierta inexperiencia en sus movimientos, pero el hecho de que fueraélquien me hacía sexo oral me prendía demasiado. Quizás nunca había tenido sexo con algún hombre.Mientras seguía complaciéndome con su adorable boquita escuché un
Cuando Milán y yo nos conocimos, lo primero que pensé es que era un chico muy lindo.El padre de Milán era buen amigo mio,habíamos salido de la misma facultad y yo había fundado mi propia empresa. Años después cuando éramos mayores, su padre preguntó si yo tenía algún puesto para Milán y no pude negarme para él.Milán era mi asistente y "secretario", trabajaba justo afuera de mi oficina y era un buen empleado a sus 24 añosSiempre pensé que era un buen chico y muy tierno y obediente, pero cuando nos conocimos descubrí que en el sexo es completamente diferente.El primer encuentro que tuvimos fue bastante inesperado, espontáneo ycaliente
Después de un largo día de trabajo finalmente estoy en nuestro departamento.Abro la puerta y entro, estoy agotado y me duele la espalda, así que antes de comer quiero tomar una ducha.Comienzo a desvestirme desde la sala: la chaqueta queda en el sillón, la camisa en el pasillo, lanzo el pantalón a la habitación y para cuando llegó al baño solo traigo la ropa interior.Apenas abro la llave del agua y escucho la puerta de la entrada abrirse y cerrarse de un azote.- Estoy en casa - avisa mi novio y escucho que se tumba en el sillón. No le respondo y en cambio comienzo a mojarme bajo el agua y enjabonarme. - ¡Estoy en casa! - grita una vez más. Lo ignoro.El agua caliente baja por mi pecho y espalda, me
Despierto con una incomodidad palpable entre las piernas. Duele. Palpita. Me gusta.Abro los ojos: a mi lado está mi novio desnudo durmiendo aún, es bien temprano.Tocó mi erección por encima de las sábanas, la aprieto contra mi abdomen y contengo un jadeo, está bien dura y caliente.¿Debería despertar a mi chico o hacerme cargo yo solo?Meto los dedos a mi boca, me gusta fantasear con que es el miembro de mi novio, y con la otra mano me tocó por encima del boxer ahora.Dos dedos entran y salen de mi boca, los succiono, los muerdo, los lubrico.¿Adivinas para qué?Meto mi mano bajo la ropa, cierro los ojos, me masturbo con los dedos en la
- Tu Príncipe te va complacer - responde Damián y se estira sobre la cama al tiempo que tira del prendedor de la túnica de Seth, quedando ambos desnudos ahora. Damián se relame los labios al ver el delicioso cuerpo que tiene encima, un cuerpo fino y delicado, de huesos ligeramente marcados y curvas sensuales. - ¿Puedes complacerme tu a mi?Seth entiende el mensaje y va a posarse entre las piernas del Príncipe que está acostado. Toma el miembro entre sus manos y mirando desde abajo a los ojos gatunos que lo observan, se mete toda la longitud en la boca. Damián suelta un corto gemido gutural.Seth es inexperto a pesar de haber estado otro par de veces en la cama de su Príncipe, pero se esfuerza por complacerlo. Lo chupa, lo succiona, mete todo el pene en su boca, incluso muerde suavemente porque sabe que a Damián le
Después de una ardua tarde a caballo, las puertas del reino se abren para recibir al Príncipe Damián.En las caballerizas reales están los esclavos dispuestos para atender y asear a los caballos, en donde el hombre se pasea orgullosamente sudoroso después de su satisfactoria jornada. Damián es un hombre de pocas palabras, y con señas pide y agradece a los soldados y esclavos.Dentro del castillo hay dos filas de 6 mujeres esclavas y seis hombres esclavos formando una valla dispuestos para atender al Príncipe y asearlo como todas las noches. Todo es mera formalidad, porque él hombre de facciones marcadas y ojos gatunos siempre observa con la misma mirada al último hombre en la fila y con el dedo hace una seña de dirigirlo a la habitación real. No escoje a
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