30.
Cuando sentí la sangre bajar por mi nuca y empapar mi cabello, alguien gritó:
''¡Llamen a una ambulancia!''
Yo aún no era plenamente consciente de lo que había pasado hasta que volví a mis sentidos y pude reconocer a una de las amigas de Mónica detrás de mí con el pico de una botella rota entre los dedos.
— ¡Eso es jugar sucio, perra! ¡Me quebraron una botella con la guardia baja! — Obligué a Mónica a incorporarse tirándola del escote del vestido, me estaban temblando las manos y seguía oyendo un pitido que me obligaba a alzar la voz por encima del nivel que ya estaba gritando. — ¡Ahora sí ya verás-!
Un par de manos gruesas tiraron de mí hacia atrás incluso antes de poder hacer nada me sujetaron con fuerza de la cintura y otro par de hombres tiraron de Mónica para alejarla de mí con los ojos llenos de lágrimas.
Pero fui demasiado descuidada.
...
— Tu estupidez realmente no conoce de límites, Ámber. ¿Qué tan lejos piensas llegar con tal de mancillar el apellido de nuestra familia? — La