31.
— Esa es la última caja, gracias...
Un nuevo nivel de humillación fue desbloqueado para mí cuando dejé la última caja en la sala del pequeño y muy destartalado departamento, el más económico que me pude permitir desde que gasté mis ahorros en la trampa para lugas y en los fondos de mi negocio que aún no producen frutos.
Va a ser una vida desesperante durante algunos meses.
— Esto es realmente estrecho, huele a humedad y el piso de madera hace ruido cuando caminas. — Por alguna razón Lucas se ofreció a ayudarme con la mudanza, quizá solo quería verme hundida en la miseria de esta forma. — ¿Por qué no te pagaste un mejor departamento con nuestros ahorros?
¿Nuestros ahorros? ¿Los que te gastaste en joyas y vestidos de lujo para Isabela?
Mataría por poderle decir eso en este momento.
— Papá congeló mis cuentas personales, quiere que sea más ''humilde'' y viva con lo justo para no morir de hambre. — Me sentí incómoda cuando Lucas me rodeó la cintura con sus brazos tonificados, lo que ande