CAPÍTULO 90: LAS PIEZAS QUE NO ENCAJAN
Jacob
Camino por el pasillo mientras el eco de sus palabras aún me taladra los oídos: «Tú me perdonaste. Dijiste que íbamos a empezar de nuevo, que me amabas».
Me detengo y respiro hondo. No sé qué pensar, no sé qué sentir. Frente a mí, la puerta se cierra con un golpe metálico y Elena desaparece al otro lado, llevada como una criminal cualquiera.
Pero no es cualquiera, es ella. La mujer que en algún momento me hizo perder el control, la razón... y tal vez hasta el alma.
La miro a través del vidrio mientras se la llevan. Su mirada se clava en la mía, vulnerable, rota y suplicante, y duele. Duele más de lo que debería.
Pero no puedo olvidar, o mejor dicho, no puedo recordar.
Mi mente se siente como una casa saqueada: las paredes están ahí, pero los cuadros que decoraban mi memoria se han arrancado. Recuerdo su traición con Marcos. Recuerdo que me enamoré, recuerdo el dolor, pero nada más… Cuatro años borrados.
Me dijeron que caí por las escaleras