CAPÍTULO 87: LA TRAMPA
Ethan
Salgo del hospital, pongo la dirección en el GPS y arranco. Calculo veinte minutos, media hora con tráfico, pero a medida que avanzo la ruta se alarga sin sentido. Tomo una autopista, luego otra. El GPS recalcula tres veces. Paso un peaje que no conozco, una gasolinera cerrada, un letrero oxidado que anuncia un pueblo del que nunca oí hablar. Me parece raro que un centro de cuidados esté tan lejos de todo, pero sigo. «Sonya es capaz de esconder a Jacob en la luna», pienso. Aprieto el volante, no voy a dar la vuelta.
La tarde se va gastando en el parabrisas. El cielo se pone naranja y luego gris. Cuando por fin salgo de la autopista, el camino se vuelve angosto, con árboles a los lados y pocas luces. El GPS canta: “Ha llegado a su destino”. No veo clínica, ni ambulancias, ni gente. Solo un edificio viejo de ladrillo, tres pisos, ventanas rotas y grafitis en la pared. Un lugar abandonado.
Apago el motor. Me quedo un minuto sentado, escuchando cómo el auto se