CAPÍTULO 88: NO TODO ESTÁ BIEN
Elena
El mensaje de Ethan no me deja en paz: “Tengo una dirección. Voy ahora. Te aviso.” Lo releo en el pasillo del hospital, en la camilla, cuando la enfermera retira el suero y el médico me firma el alta. Cada vez que lo abro siento lo mismo: un hueco en el estómago. Le escribo: “¿Llegaste? ¿Pudiste verlo?”. No responde, le llamo, pero me manda a buzón. Vuelvo a escribir: “Dime algo, por favor”. Nada.
Me entregan los papeles y recomiendan reposo, vitaminas y controles. Asiento sin discutir. No tengo cabeza para pelear indicaciones. Pienso en los mellizos, en mis tíos, en el bebé que ahora llevo dentro. Si ya era difícil con dos, no sé cómo será con tres, me mareo solo de pensarlo, así que cierro los ojos y respiro. Primero lo primero: salir de aquí.
De camino a la casa de mis tíos miro por la ventana del taxi y trato de no llorar, pero lo logro a medias. El chofer me mira por el retrovisor un par de veces y no pregunta, agradezco el silencio. Siento el