CAPÍTULO 57: LEVANTEN LA MESA
Jacob
Veo el taxi perderse en la curva y me trago la rabia como ácido. Siento el cuero de mis manos estallar contra mis propias palmas… la dejé ir. La dejé ir porque montaron un circo para romperle el corazón frente a todos. Y sí, hice algo mal: no le dije a tiempo lo de Juliette, pero esto… esto no debía pasar así.
Doy media vuelta y regreso al salón con la mandíbula tan dura que me cruje. Todavía hay música de fondo, copas a medio beber y esa luz perfecta que mi madre compra para que todo se vea más caro. Cojo el micrófono sin pedirle permiso a nadie.
—Gracias por acompañarnos —digo, con la voz plana—. La velada termina aquí.
Hago una seña a logística y de inmediato empiezan a recoger las cosas.
—Apaguen las luces del salón principal en tres minutos, quiero fuera la prensa. Nadie entra al backstage, y acompañen a los invitados a recoger sus choferes. Gracias por venir.
Se hace un silencio obediente. La maquinaria entiende a quién debe escuchar.
Mi madre