CAPÍTULO 30: CAMBIO DE PLANES
Elena
—Gracias, pero mis hijos no serán un problema —le digo sin apartar la mirada—. Apenas encuentre niñera, los enviaré de vuelta.
Jacob no parpadea.
—Bien, pero no olvides que tienes un contrato que cumplir.
Asiento aunque la garganta se me cierre. Él se da media vuelta y se aleja con el mismo paso seguro con el que atraviesa cualquier salón, como si el aire se abriera para dejarlo pasar. Yo me quedo ahí, sosteniendo la respiración hasta que el corazón me golpea el esternón y suelto el aire de golpe, a medias mareada.
No debería estar pasando nada de esto. Se suponía que nadie en esta gira iba a saber de Lia y de Nico. Se suponía que mi mundo y el de Jacob no volverían a tocarse, pero todo siempre sale a la luz. Y yo sé que es cuestión de tiempo para que él ate cabos, para que mire a Lia por un segundo de más y todo encaje.
Sigo el olor a vainilla y caramelo hasta el buffet. Los reconozco antes de verlos: Nico se ríe con esa risa ancha que contagia; Li